La Nueva Suprema Corte y su nuevo pasatiempo: romper sus propio reglamento
| Por: Ana Rogríguez
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) estrenó reglamento de sesiones en su primera sesión pública este pasado jueves 11 de septiembre de 2025, mismo reglamento que fue publicado con bombo y platillo en el Diario Oficial de la Federación (DOF). Todo parecía indicar que la máxima tribuna judicial tendría un nuevo orden: tiempos medidos con cronómetro, debates organizados y temas limitados a lo que realmente toca. Pero, como suele pasar en la política y en la nueva justicia mexicana, el guion duró menos que una novela de horario estelar.

Los ministros —o mejor dicho, los ministros del pueblo, como se hacen llamar vulgarmente— decidieron que el flamante reglamento era más bien una sugerencia decorativa. En lugar de abordar únicamente asuntos administrativos y laborales, se lanzaron de lleno a discutir acciones de inconstitucionalidad. Y no conformes con eso, también hicieron pedazos el cronómetro que ellos mismos habían instaurado.
El reloj judicial fijaba límites claros: 10 minutos para la exposición inicial, 7 para la primera ronda, 5 para la respuesta, 5 para la segunda ronda y 3 para la réplica. Todo muy suizo, muy exacto. Sin embargo, la puntualidad no llegó a la Suprema Corte. Los tiempos se rebasaron una y otra vez, como si la justicia mexicana funcionara con “horario político” y no con segundos y minutos.
Ahora, mientras la ciudadanía recibe la noticia de que existe un reglamento que nadie cumple, surge la pregunta: ¿no sería mejor pensar en una nueva Corte, una que al menos respete su propio cronómetro? Porque si el máximo tribunal del país no puede seguir un relojito de cocina, ¿cómo se espera que ponga orden en el resto de la república?
En este espectáculo de toga y reloj roto, la ironía se impone: el nuevo reglamento de sesiones de la SCJN nació para imponer orden, pero terminó siendo el mejor ejemplo de que, en México, las leyes están para publicarse en el DOF… y luego ignorarse.